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PRÓLOGO A LA ANTOLOGÍA POÉTICA DE ANTONIO MACHADO EN RTV BBS (Julián Marías)

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¿Es ANTONIO MACHADO el mejor poeta español de nuestro tiempo? Apenas tendría sentido decirlo: la literatura no tiene escalafones, aunque ciertamente tiene jerarquías. ANTONIO MACHADO es otra cosa: un poeta irrenunciable. Todavía podríamos decir algo más : es el poeta español más importante.

¿Cómo?, se dirá. ¿ No equivale esto a decir que es el mejor, a ponerlo en el primer lugar ? No: importante quiere decir que importa; y ANTONIO MACHADO es hoy, a los treinta años de su muerte, el poeta que más importa a los españoles.

¿Por qué? Antonio Machado era un hombre sencillo, modesto, desaliñado, desmañado, que nunca tuvo dinero, ni puestos brillantes, ni demasiada fama; pudo parecer eso que se llama en español "un hombre pobre"; no habría inconveniente en aceptarlo, completándolo: un hombre pobre... genial. Es decir, alguien que nos dio una nueva manera de mirar la realidad, de suerte que nos dejó ya para siempre enriquecidos; que aumentó para nosotros el mundo -y esto es lo que quiere decir la palabra "autor"-. Fue todavía algo más: consiguió convertirse en una parcela de significación del nombre "España"; cuando pronunciamos este nombre, quiere decir muchas cosas; necesaria, inevitablemente, significa, entre ellas, Antonio Machado. Es lo más a que puede haber aspirar un creador, un escritor, si lo es verdaderamente y desde su raíz. 

Machado había nacido en 1875; era de los más jóvenes escritores de la generación del 98. Lo destacado de todos ellos no fueron sus dotes -a veces muy altas-, sino su autenticidad: la necesidad íntima, irremediable, con que escribieron, porque para ello habían nacido, porque no eran de verdad más que escribiendo, porque necesitaban, para vivir, para ser españoles, poner en claro qué quería decir ese claro -y tantas veces triste- nombre: España. Por eso estos escritores lo fueron con la máxima plenitud que es posible; por eso han quedado, pese a todo,; y seguimos viviendo de ellos, y con ellos, en una España que ellos en gran parte inventaron, descubrieron, mirándola con dolor y sin despego, con entusiasmo y rigor, conociéndola palmo a palmo y libro a libro, sin que nadie pudiera quitarles el dolorido sentir. Antonio Machado fue el poeta de esa generación; fue el que nos dio, desde ese nivel –el más alto que se había alcanzado desde el Siglo de Oro-, la interpretación poética de las cosas, y sobre todo de las cosas españolas.

Machado era sevillano. Nos dijo una vez que un andaluz andalucista era un español de segunda… y un andaluz de tercera. Su nombre está unido inseparablemente a Soria, y por tanto a Castilla. Fue, como otros grandes autores de la España periférica, creador literario de Castilla: como el gallego Valle-Inclán, los vascos Unamuno y Baroja, el levantino Azorín. Catedrático de Instituto, de francés, que había afinado oyendo en París a Bergson, "profesor de lenguas vivas", como dijo de sí mismo, maestro de la lengua viva, su paso por Soria, de 1907 a 1912, lo marcó para siempre. Allí sintió en lo más íntimo una ciudad y un paisaje, allí comprendió, estética, histórica, biográficamente, a Castilla, y desde ella a España. Todo se le anima, se le vuelve estrictamente "personal", le habla directamente al corazón. En Soria acontece la experiencia radical de su vida, la que le hace ser propiamente quien fue, la que llevará siempre dentro: su amor tierno, vacilante, tímido, feliz, amenazado, desgarrado finalmente por la muerte, a Leonor. Leonor era casi una niña; su encuentro fue -como casi todo en la vida- azaroso; pudo resbalar sobre ella, pero no fue así: se le entró en el alma, la hizo su mujer, la perdió en agosto de 1912, cuando no había pasado de los dieciocho años. ¿Nada más? Pienso que Machado, cuando descubrió a Leonor, tuvo esa impresión que a veces nos sobre coge: la de encontrar algo que nos parece haber elegido, algo que nos es enviado de acuerdo con lo que es todavía más radical que nuestros deseos, como si lo hubiera creado la raíz más profunda de nuestro ser. cuando esto ocurre, eso es para siempre -pase lo que pase- nuestro, porque en ello, en su presencia, llegamos a ser el que más verdaderamente somos.

La poesía de Machado no es propiamente "amorosa"; es algo más profundo y menos frecuente: poesía enamorada. El amor no es "tema" de la poesía de Machado; es su suelo, su raíz, su temple; desde el amor a mujer, instalado en él, mira las cosas, lo conmueven, le duelen, las canta. Es el principio de su organización, la dimensión en la cual se encuentra a sí mismo y puede hablarse a sí mismo -"converso con el hombre que siempre va conmigo"-, la pauta de su interpretación personal.

Por eso la realidad del paisaje, de las ciudades decrépitas, de los campos de Castilla, del Duero, que traza su curso de ballesta en torno a Soria, de los álamos del río, todo se le personaliza, todo se convierte para él en algo humanizado, inteligible, soñado -"de toda la memoria sólo vale / el don preclaro de evocar los sueños"-, con lo cual hace su propia vida. cuando se aleja de Soria hacia su Andalucía natal, tan hermosa, encuentra que "falta el hilo que el recuerdo anuda al corazón"; y desde entonces tendrá que volverse a Soria desde lejos, tendrá que revivir a Leonor muerta, perdida, quizá a ratos olvidada, para no olvidarse de sí mismo, para volver a ser quien fue y quiere seguir siendo.

Ya nunca con tanta plenitud, con tanta seguridad, con tan dolorida pero lograda firmeza. Desde 1913, Machado parece irse buscando siempre. Se va hacia el ingenio, el aforismo, el conceptismo, los "complementarios", en que trata de hallarse en fragmentos, en la moneda menuda en que se le ha cambiado "el oro de ayer". Pero siempre vuelve; de repente se queda absorto, meditando,y se escapa hacia Soria, "fronteriza / entre la tierra y la luna", "entre Urbión el de Castilla / y Moncayo el de Aragón", hacia "el alto Espino donde está su tierra", el cementerio soriano donde está ya tranquila Leonor, el menudo y frágil cuerpo de Leonor; y exclama: "vive esperanza, ¡quién sabe / lo que se traga la tierra!". Entonces machado se encuentra a sí mismo, vuelve a ser el que era. Se compara con el Guadalquivir -"un borbollón de agua clara / debajo de un pino verde / eras tú, ¡Qué bien sonabas!" - y se pregunta: "Como yo, cerca del mar, / río de barro salobre, / ¿sueñas con tu manantial?"

Cuando el Machado de los últimos veinticinco años de su vida entronca con aquel en que más auténticamente se eligió a sí mismo, vuelve a sonar como campana si hoja, como cristal estremecido. Pero he dicho que se eligió, y él nos enseñó que "nadie elige su amor". Yo diría que se sintió elegido, llevado a su plenitud, descubierto en su verdad. No era una elección: era el destino; pero el destino libremente aceptado es la vocación. Y esto es lo que eligió Machado: serle fiel. Por eso su verso nos llega a lo más hondo, por eso al leerlo sentimos que se trata de nosotros; porque al escribirlo trató de él hasta lo más profundo de su raíz.

Machado fue libre -por eso se sintió siempre insobornablemente liberal; pero esto quiere decir que no pudo ser caprichoso. Ser libre no es hacer lo que se quiere, lo que a uno "le da la gana", sino al contrario: querer lo que se es, lo que desde el fondo insobornable se desea, lo que hay que hacer. Sólo esto explica la vida de Machado, su honesta, tímida impavidez, que lo llevó a la muerte solitaria y desvalida, "ligero de equipaje", fiel a sí mismo.






En la desesperanza y en la melancolía
de tu recuerdo, Soria, mi corazón se abreva,

escribió Antonio Machado. Como era poeta, dejó en sus versos conservado, mientras dure la lengua española, ese estremecimiento. Al leerlo revivimos con él la desesperanza, la melancolía, el recuerdo, la presencia de esas "tierras tan pobres que tienen alma", los largos ríos, los álamos del amor, la "razón y locura / y amargura /de querer y no poder / creer, creer y creer", la aguda espina dorada de una pasión, los caminos polvorientos; y, como el suyo, nuestro corazón se abreva de esperanza.







Julián Marías
Prólogo a la Antología poética
de Antonio Machado
Madrid, julio de 1969
RTV Biblioteca Básica Salvat


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Ver la obra poética completa
de Antonio Machado
en Wikisource
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