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LA CARAJICOMEDIA - Coplas XXI a XL (Anónimo)




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Prosigue. Cop. XXI.
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-Luego del todo fue restituida
mi antigua potencia, que perdida era
y por la venida de tal compañera
se cobró mi pija, qu 'estaba perdida:
ésta por tal ha sido escojida
que con lo maldad de su falso jesto,
hiziera á Virjilio el engaño del cesto,
pues otros mayores ha hecho en su vida.
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Cop. XXII.
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Desque sentida su desproporción,
de forma diabólica, no ser discrepante,
el miedo pospuesto, le digo adelante
con lengua turbada tal breve oración:
—O, mas que infernal diforme visión,
suplico me digas de donde saliste,
ó cuál es el arte que tu mas seguiste
ó cómo se llama la tu imperfeción.


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Responde la vieja á Diego F. Cop. XXIII. -

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Respuso : No vengo á la tu presencia
de nuevo, mas antes voy en todas partes,
según do te digo: que sigo mil artes
y en todas tengo muy gran ecelencia
los males que quiero, ordeno en essencia,
de alcahueterías, yo hago á mi guisa,
renuevo los virgos: d'esto te avisa,
y pongo poder do falta potencia.

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Admiración de D. F. Cop. XXIV.

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¡O puta vieja, y disponedora,
de la clerezía, y todos estados,
de formas de virgos, de suertes y hados,
Mi hechizera maestra y señora.
O, gran alcahueta, o gran sabidora,
remedia mi triste carajo infacundo,
que tan lagrimoso ha sido en el mundo,
que ya traspasado, ni canta ni llora.

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Prosigue. Cop. XXV.

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- Ya que tamaño plazér se le ofrece
á esta mi pija, no merecedora,
suplico tú seas la mi guiadora,
en tal putería, como aquí parece.
Pues do hay tantas putas, ninguna obedece
carajo ninguno, que no sea muy loco,
para esto te llamo, señora, y invoco:
qu'el triste del mió, de cuerdo padece.






Respuesta déla misma vieja. Cop. XXVI.
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Respúsome : Viejo, perdiste el efecto,
sigue mi via; ven, y sucede
mostrar t' he yo algo de aquello que puede,
siendo apalpado, ser blanco, de prieto;
sabrás, á lo menos, qu'está tu defecto
en ser tan antigua tu triste persona,
y, si me sigues, ponerte he corona
de ser convertido; en joven perfecto.
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Prosigue. Cop. XXVII.

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Contra, do vido mostrarse una puerta
se iba, llevando mi pija en la mano;
notar en la entrada me mandó temprano,
de, cómo era grande, y á todos abierta.
Mas una centella yace encubierta,
que dijo que quema muy mas que la brasa
qu'el desventurado que viejo se casa
puebla su bosque y destruye su huerta.

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Habla D. F. con la vieja. Cop. XXVIII.
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-Diabólica imajen, pues tienes poder,
dame tu rabo, qu'el miembro me avise,
le palpe, le tome, le arrastre, le pise,
le fuerze, le avive, con grande saber.
Esto le dije, y le oí responder,
en voz que parece la de Santilario ;
"con luengos cojones como un encensario,
tu, Diego Faxardo, qué puedes hacer? 

D'este Santilario se lee, en el tripas Patrum, ser un rústico raquero, llamado Santilario, por ser gran Saltadór, el cual estando un dia en un peñascal con grande dolor de las ingres, tendidas las espaldas en tierra, y untándose el vientre y yjadas con manteca, con la flotación déla mano, y calor del sol, alzósele la verga. Y estando en esto, fué caso, que un diablo que pasaba por allí, un santo bermitaño, mirando desde una peña el camino que había de llevar, vido debajo déla peña Santilario, déla manera que habedes oydo: délo cual muy gozoso dijo: — " Aquel vellaco villano está agora encendido en lujuria: Yo le saltaré en el vientre, y le reventaré, y llevaré su ánima." Y dicho esto, dio un gran salto sobre el pecador vaquero, que bien descuidado estaba; y acertándole con los pies en el ombligo, resbaláronse, y fuese deslizando, hasta que se hincó el miembro de Satilario por el culo. Lo cuál sintiendo Satilario, le apretó y tuvo firme, llamando á vozes sus perros. Lo cual viendo el diablo, y mirando su desastrado caso, y sintiendo venir los perros ladrando, comenzó á dar grandes vozes diziendo — "Satilario ; suelta." El cual, teniéndole rezio, con feroz voz respondía: — "Nunca: si el carajo no quiebra." Y assi le tuvo, hasta le remojar: y estonces le soltó. Y ya llegaban los perros cerca, cuando el diablo culi-roto, comenzó de fuír ; y los perros tras él, hasta le encerrar en el infierno: adonde el triste s'está remendando el culo hasta hoy ; jurando que nunca ha de salir fuera, por llevar provecho á su casa: tan mala burla recibió. Esta fábula toca, aquel reverendo Padre. Autora d'esto, es la mala vieja en su hablar, que mas feroz parece á las jentes, que Satilario, al triste diablo.

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Prosigue D. F. Cop. XXIX.
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Assi razonando, la puerta pasamos,
á do concurría tan gran coñatío,
que alli do el ingreso mas era vazío,
carajos y cricas, encuentros nos damos.
Mas los que de viejos, cansados estamos
en arrechár no tenemos fuerza:
los mozos mancebos á quien edá esfuerza
entran adentro Nos, fuera quedamos.
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Compara. Cop. XXX.
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Como el herido, de aquella saeta
que trae consigo la cruel engorra,
mientra mas tira, por bien que la corra,
mas el retorno lo hiere y aprieta :
assí la mi pija, en verse sujeta,
á la puta vieja, que la tiene firme,
se afloja y encoje, sin nada dezirme,
como en el fuego la blanda agujeta.

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Prosigue. Cop. XXXI.

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Mas la sabia mano de quien me guiaba
viendo mi flojo carajo, perplejo,
le soba, le flota, l'estira el pellejo,
hasta tornarle, como s'estaba :
es á saber, de prissa tan brava,
que rempujaba, por verse mas libre,
como el gran barbo rempuja en el Tibre
cuando el anzuelo, del buche le trava.
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Prosigue. Cop. XXXII.

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-Mas, preguntadme, de cuan ayna,
me desatoco en aquella posada,
llevando delante, mi pija enfrenada
por dar á los coños enjemplo y dotrina.
Comienzo á mirar la tierra y marina,
do vi tantas putas en trajes diversos,
que no bastan lenguas, ni libros, ni versos,
para contar su rabia canina.
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Protestación de D. F. Cop. XXXIII.
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-Si cantos de potras, ó largos cojones,
no bien aprobaren, en esto que hablo,
miren sus ganas, y no al vocablo,
si faltan los hechos y sobran razones :
las cuales inclino so las correciones
de viejas matreras, á quien solo teman,
y no de noveles, que siempre blasfeman
y no se contentan con seis empujones.


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Copla XXXIV.

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Discripción délas putas terrestres, visibles y casi invisibles, públicas, carnales y otras espirituales, y temporales ab utroque.

De alli se veia, el espérico centro
de Rabo d'Azero, con todo su austrál,
la Napolitana con su aquilonál,
y cuanto sus coños encierran de dentro.
Y vi contra mí, venir al encuentro
á la Rosales, con otras rameras,
y otro conclave de muchas caseras
que habrá que contar, si por ellas entro.
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Rabo d'Azero, se llama Francisca de Laguna; es de Segovia, y muy conocida: anda en la Corte: ya creo que ha jubilado. Tomó este nombre, porque mucho tiempo estovo, que no pudo passarse su puerto, por causa déla fuerte roca que la defendía, hasta que un devoto frayle de Salamanca, llamado Fray Parrilla, con grandes artes hizo una senda, y después acá, el camino se ha muy ensanchado, tanto, que dos carretas juntas pueden pasar, sin se hazér estorbo. Este sobrenombre la fué confirmado por el estudio de Salamanca. Autores son mil botines que allí recibió. La Napolitana, fue ramera cortesana, y muy gruessa: su aquilonal, s'entiende por la rabadilla, que tenia, muy hundida, y tan grande como una gran canal de agua. Agora en día, se muestra su persona casada con un mozo d' espuela de la reyna doña Ysabél. A esta mujer conocí yo muy bien. Autora es d' esto, toda la Corte Española. Esta es una de las nueve de la fama. La Rosales: ramera cortesana. Xec audivi nec cognuti : voluntas sufficit. 

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Cop. XXXV. [Asia la Mayor : id est, la mayor puta moderna, vel casi.]
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-La Mayor Asia, Ysabél la Guerrera
de tierra do asía, los cojones mios
de tigres y ingres, halló tan vazíos,
tan luengos y flojos, que lástima era :
Provincia de Suria, muy suzia ribera,
Ysabél de Torres me pareciera,
con altas caderas, do yo creyera
la Amblaxika Arte hallarse primera.


Ysabél la Guerrera, es una ramera cortesana jentil mujer. Llamase Ysabél Guerra : pero por el consonante se añadió aquella silaba, y esta en ella bien empleada ; porque, cierto, ella está en guerra con mil naturas de jentes, y á todos dá qué hazér: ésta conozco yo y fué amiga d' este Faxardo. Ysabél de Torres, es mujer enamorada : tiene cátedra en Valladolíd : y por poder mejor escrebír d'ella, la fuy á ver y conocér : es mujer gruesa : de buen parecer : bien dispuesta : pasa de un rosario de años, empero demuestra bien lo que en tiempo passado d'ella s'escribe : qu'es, ser inventora del arte del Amblar. Agora se comienza á retraer con jentil ordenanza. Nuestro señor la conserve. No hay mas qué escrebir d'ella.


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Cop. XXXVI.
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-Cerca de Eufrates vi las Moabitas,
beatas y monjas, que algunas había,
que saben Caldeo, y aun astronomía,
y tantas de Artes, que son infinitas.
Vi otras putas, á quien, vejez, quitas
color, hermosura; y das disfavores ;
mas no los deseos, ni ajenas colores :
perdona mi mano, si no son escritas.


Cop. XXXVII.

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-Vi á Violante, con rostro no sano,
que una cuchillada, bien larga, no bella,
jugó con la triste, á la zoca pella,
con ocho puntadas de un zurujano :
la cual si se fuese, do nace el Jordano,
quizá que su edad se renovaría,
mas no creo que pelo jamás cubriría
aquella señal déla cruda mano.

Esta Violante es de Salamanca, reside en Valladolid : Gana la vida, sufriendo diversos en cuentros en su persona. Un amigo suyo, por cierta ruindad qu'ella le hizo, tomando un cuchillo mohoso, la alcoholó las quijadas, desde el ojo yzquierdo, bajando hasta la barba, todo por derecho camino, sin desviar á ninguna parte. No es gran camino, pero solibranos á malo, que hay un buen trot de goz, y en tiempos de nieves, hay ocho puntales altos, bien señalados : y aun dizen algunos poetas, qu'el Maestro de tal edificio, queriendo abrir otro camino, que travesase al puerto narigón, la desdicha[da] se cubrió con las haldas la cabeza, en guisa, que su buen deseo no ovo efecto : y porque no perdiese su herramienta en un solo oficio, dióle un picapunto en el culo, de razonable tamaño. Esto, no se parece al presente ; mas en aquellos tiempos se vido cubierto de hilas. Autores son d'esto sus quijadas.

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Cop. XXXVIII.
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-De parte del Austro ví como se allega
cabrera en Ejipto, del lustre Guineo,
tierra muy seca, do llueve á desseo,
cércala Nilo, y abdacio la riega:
con turbado jesto, jamás, no se niega
maguer que la fluscan niblíferas glevas:
la cual está agora, según son las nuevas,
mas desolada, que Stacio la alega.

Nubliferas glevas. Dice, porqué tiene grandes guardas ; y agora ya es muy retraída, y es muy noble persona, y honesta. Toca el Autor en esta Copla el tiempo pasado.

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Cop. XXXIX.
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-Vi de otra parte, que á oro se vende,
Juana de Cueto, la cual se levanta,
con altitud y soberbia tanta,
que la gran Asia sojubgár entiende :
de cuyas haldas combate y ofende
la hueste pedorra, menguada de tetas,
las grandes narizes délos masajetas,
dando tronidos que suenan allende.

Juana de Cueto, es una cortesana, amiga de Micaél Santangel : es muy chica de cuerpo, de muy buen jesto y gorda : tiene buenos pechos : es muy soberbia, y desdeñosa á la jente pobre : con quien trae oro, muchas vejes llega á las manos : pero continuamente ha caido la triste d'espaldas en tierra. D'esta cuentan algunos Autores, que tiene gran furiosidád en el soltar délos pedos, en tanta manera, que ningún culo pasado ni moderno, se iguala con el suyo : y créese, si viviesse, acrecentará más en ella esta artillería. D'esto, son autoras, infinitas narizes, que han sentido d'estos tales tiros el olor déla pólvora.


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Cop. XL
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Vi luego los montes Yperboréos,
los papos de coño, de gran nombradía,
las tetas y culo, la gran behetría,
de Larez, ya hechos rincones d'Ebréos :
y los capadoces, cojones muy feos,
corriendo tras ella, y no sé porqué,
pidiendo á su culo, batismo y fé
mas ella responde, que son Manichéos.

Esta Larez, es mujer casada con un casi judío, llamado Francisco de Aranda : es una mujer de increible gordura : parece una gran nassa : ha sido razonable puta : ó, almenos, nunca cubrió su coño por vergüenza de ningún carajo. Huyó su marido, muy corrido de perros, pensando que era ciervo : y aun la causa mas lejitima de absentarse d'esta noble dueña, fué porque ya en Valladolid, donde residía, no podía cabér por las calles, por la grandeza de sus cuernos. Ella, como buena, s'está queda en Valladolid, manteniendo telas, á cuantos carajiventureros vienen ; con tal que pase cada cual, cuantas mas carreras pudiere; y nunca medre por quien quedare, los capadores : cojones de su marido.



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