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DESCRIBIR, NOMBRAR Y DOMESTICAR LA NATURALEZA DESCONOCIDA (Mauricio Nieto)

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El encuentro de los europeos con la incógnita naturaleza americana implicó nuevos retos para la Historia Natural. Los naturalistas del siglo XVI debieron nombrar y describir lo desconocido, poner en un lenguaje familiar el extraño mundo natural. Descripciones detalladas haciendo uso de referentes domésticos, el uso de nombres cristianos y familiares y la elaboración de imágenes fueron las estrategias principales en la tarea de domar lo salvaje.

La piña, nunca antes vista o probada por un europeo, llegará por primera vez a Europa en palabras y dibujos. Gonzalo Fernández de Oviedo recurre a referentes familiares —como la forma de los frutos del pino, la apariencia de la alcachofa y el sabor del melocotón— para dar una idea del extraordinario descubrimiento.
“El cual nombre de piñas le pusieron los cristianos, porque lo parescen en alguna manera, puesto que éstas son más hermosas e no tienen aquella robustocidad de las piñas de piñones de Castilla; porque aquellas son de madera o cuasi, y estas otras se cortan a cuchillo, como un melón, o tajadas redondas mejor, quitándoles primero aquella cáscara, que está a manera de unas escamas relevadas que las hacen parecer piñas. Pero no se abren ni dividen por aquellas junturas de las escamas, como las de los piñones”1.

“Y aún en mi parecer, más propio nombre sería decirla alcarchofa, habiendo respecto al cardo e espinos en que nasce, aunque parece más piña que alcarchofa. Verdad que no se parte totaliter de ser alcarchofa”.

“su sabor más puntual, (…) es al melocotón e huele, juntamente, como durazno e membrillo; mas ese sabor tiene la piña mezclando con una mixtion de moscatel, e por lo tanto, es de mejor sabor que los melocotones” 2.
La movilización trasatlántica de la geografía, la flora y la fauna americana presentaba obvias dificultades. El territorio, los continentes, las islas y sus riquezas naturales no pueden transportarse y almacenarse en las ciudades europeas. El oro y la plata fueron más fáciles de movilizar que las plantas y los animales, de manera que la posesión y el control de los seres vivos requieren de formas móviles de representación. Refiriéndose a la piña Oviedo escribe:
“Algunas se han llevado a España e muy pocas llegan allá. E ya que lleguen no pueden ser perfectas ni buenas, porque las han de cortar verdes e sazonarse en la mar, y desa forma pierden el crédito”.

“Yo las he probado a llevar, e por no se haber acertado la navegación, e tardar muchos días, se me perdieron e pudrieron todas e probé a llevar los cogollos e también se perdieron”3.
Las palabras y el talento literario de Oviedo no son suficientes:
“… los ojos son mucha parte de la información destas cosas, e ya que las mismas no se pueden ver ni palpar, mucha ayuda es a la pluma la imagen dellas” 4.
La descripción de Oviedo de animales americanos desconocidos para los europeos como el armadillo (encubertado) o la zarigüeya (churcha) o de frutas como la piña, recurre a la analogía para crear vínculos con lo salvaje.

Para describir al armadillo, Fernández de Oviedo comienza por señalar su extrañeza y novedad:
“Los encubertados son animales mucho de ver, y muy extraños a la vista de los cristianos, y muy diferentes de todos los que se han dicho o visto en España ni en otras partes”.

Paso seguido Oviedo recurre a referentes familiares que permiten deshacer el asombro y la desconfianza que produce una criatura extraña:
“Estos animales son de cuatro pies, y la cola y todo él es de tez, la piel como cobertura o pellejo de lagarto, pero es entre blanco y pardo, tirando más a la color blanca, y es de la facción y hechura ni más ni menos que un caballo encubertado (con armadura para el combate), con sus costaneras y coplón, y en todo por todo, y por debajo de lo que muestran las costaneras y cubiertas, sale la cola, y los brazos en su lugar, y el cuello y las orejas por su parte. Finalmente, es de la misma manera que un corsier con bardas (Arnés que se ponía antiguamente al caballo para su defensa en la guerra); e es del tamaño de un perrillo o gozque de estos comunes, y no hace mal, y es cobarde, y hacen su habitación en torronteras, y cavando con las manos ahondan sus cuevas y madrigueras de la forma que los conejos las suelen hacer. Son excelente manjar, y tómanlos con redes, y algunos matan ballesteros, y las más veces se toman cuando se queman los campos para sembrar o por renovar los herbajes para las vacas y ganados; yo los he comido algunas veces, y son mejores que cabritos en el sabor, y es manjar sano. No podría dejar de sospecharse si aqueste animal se hubiera visto donde los primeros caballos encubertados hubieron origen, sino que de la vista de estos animales se había aprendido la forma de las cubiertas para los caballos”5.
Mauricio Nieto




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1. Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia general y natural de las Indias, Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, Ediciones Atlas, 1959.
2. Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia general…
3. Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia general…
4. Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia general…
5. Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia general…


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