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TOLEDO A LA LLEGADA DEL GRECO (Manuel B. Cossío)


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Llegó á España poco después de Lepanto, el último hecho de armas “alto sonoro y significativo” del poder político dé la casa de Austria; y aunque de aparente grandeza fueron todavía los años de su vida, pudo presenciar la rápida decadencia de Toledo, ejemplo abreviado de la de toda la monarquía. No estuvo á tiempo para asistir á las brillantes fiestas con que Toledo celebró el tercer matrimonio de Felipe II, ni para ver cómo, por orden del rey, del cabildo y del corregidor, se borraban las inscripciones árabes de las puertas y puentes de la ciudad, sustituyéndolas con otras piadosas; pero vio al devoto monarca volver de Madrid con toda su corte á acompañar procesionalmente y llevar en sus hombros las reliquias de San Eugenio y Santa Leocadia; vio al Concilio provincial en 1580 prohibir á los moriscos hablar su lengua, presagiando la total expulsión de los mismos, que no había de tardar, y de que también fué testigo; vio á los procuradores de Sevilla oponerse al proyecto del ingeniero Antonelli para hacer navegable el Tajo hasta Toledo, y al pueblo entero burlarse del intento, publicando mentidamente naufragios y desgracias del viaje, y las obras y trabajos abandonados á los pocos años de empezarse; vio á la Inquisición funcionar de continuo y sirvió de intérprete en sus procesos; presenció las disputas de jesuítas, franciscanos y dominicos y las milagrosas supercherías inventadas sobre la Inmaculada Concepción de la Virgen; y si no le alcanzó la vida para ver cómo el ayuntamiento, la universidad y las corporaciones civiles y eclesiásticas, reunidas solemnemente, en 1617, en San Juan de los Reyes, juraban defender aquel misterio, sobróle para participar en la vertiginosa y desconsoladora ruina del país que, tan amarga como elocuentemente, revelan á una los infinitos memoriales, discursos y representaciones elevadas al rey desde 1600 por las cortes, ciudades, iglesias, universidades, doctores, letrados, industriales y comerciantes. Todos dicen lo mismo. “...Porque, de tres partes de gentes que hay en España, las dos no tienen que trabajar... y porque no usándose van olvidando los oficios y artes que solian ser tan primorosos en España... no hay ya rastro de comercio, ni castellano que tenga un real de correspondencia fuera de España... quedando como mesón y testigo del comercio de los extranjeros... Ahora hace diez años valían las alcabalas de Toledo sesenta cuentos y había fincas para ellas, pues se situaba en ellas y hoy no caben á cuarenta.


“Hoy se ve, que no habiendo la mitad de gente que solia, hay doblados religiosos, clérigos y estudiantes; pues ya no hallan otro modo de vivir, ni de poder sustentarse. La razón fundamental es, porque hasta pocos años há el cuerpo y nervio era oficiales, como se fabricaba tanto para España, y toda Europa, y las Indias. Un oficial ó labrador casaba su hija con un pobre mozo como tuviese oficio, con que ganaba tan de ordinario su comida, que parecía renta. De donde emanó el proverbio del siglo dorado nuestro. Quien ha ofico, ha beneficio. Porque había tanto, en que ganar de comer, que era renta perpetua como beneficio eclesiástico; y viendo que ya no hay en que ganar un real, no quieren enlodar sus hijas, ni hijos; sino que estudien, y que sean monjas, clérigos y religiosos; porque el oficio ya ha venido á ser maleficio, y de oprobrio para el que lo tiene: pues que no le sustenta. Con que ya no hay el diezmo de casamientos y bautismos que solia; y de este principio resulta no conservarse la gente. Porque con la miseria desamparan los niños; ó los hacen expósitos por no poderlos sustentar; ó de mal pasar perecen, y los grandes del mismo modo; ó dexan el Reyno despechados” (1)
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“... Pero nueva causa de faltar gente ay, porque el año de 100 se aduirtio á V. M. gran falta della, y el de 1601 hvuo peste, y el de 1609 la expulsión de mas de quatrocientos mil moriscos, y la mayor se conoce pocos años acá, de modo que los curas dieron un memorial á Toledo, en que aduierten que falta la tercera parte de la gente (y aun ay quien dize que falta de tres partes della las dos) y dizen que en la carniceria se pesa menos de la mitad de la carne que solia. Y es cosa lastimosa que de sesenta casas de mayorazgos de á tres mil ducados de renta que solia tener no quedan seys, y de toda Castilla, Andalucia, la Mancha, Reyno de Valencia, y hasta de Sevilla todo es despueblos, y el padre fray Diego del Escurial refiere que le dixo el obispo de Auila que de poco acá faltan sesenta y cinco pilas de su obispado de donde se colige lo que sera en lo demás. Y lo q’ mas lástima da es en tan gran soledad ver poblar los lugares de los vicios, como garitos, corrales de comedias, tabernas y las de la vanidad, como las tiendas de los sastres que no cauen de oficiales y de obra (que como está el Reyno á la muerte todo es ansias mortales para vestirse) y los de la pobreza como hospitales, carceres, y semejantes á donde se retiran todos á comer. De lo qual importaría vn alarde o reseña general al año siquiera por las matriculas en que V. M. echaria de ver la soledad de España, que es muy bien que el pastor conozca su ganado”(2)
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“... De calles enteras que había (en Toledo) de freneros y armeros, vidrieros y otros oficios semejantes no ha quedado un solo oficial, pues no se hallará en la dicha ciudad un frenero que haga ni aderece un freno de cavallo ni muía, ni un armero ni arcabucero, y sola una miserable tienda de vidrios ha quedado en dicha ciudad: y un mercado franco que tiene el martes de cada semana, con que se bastecía el lugar, por la pobreza y miseria dél no viene ya á ser de consideración, y lo que se llevaba á vender á él se lleva al de Torrejon de Velasco, Torrijos y otros lugares de señorío en contorno de la dicha ciudad... Las posesiones de casas que era la mas preciosa hacienda de la dicha ciudad, es oy la peor, porque no ay quien la viva ni habite, y en lo mas público y que era de mas estimación, ay gran numero de casas cerradas, y la que se cae no se levanta, y holgarían de darlas sin alquiler á quien las quisiese vivir... Las monjas pobres que se sustentaban con la labor de cadeneta tan prima y de dura con que se guarnecían corporales... palias, hijuelas y otras cosas para el servicio del culto divino ha cesado con entrar de Francia y otras partes las randas y puntas que llaman de Flandes... y las religiosas mueren de hambre encerradas en sus conventos... Los frutos de las heredades y huertas faltando la gente no se gastan en la dicha ciudad. Y un trato gruesso de bonetería, que avia en ella, de que se provehia toda África, en que se entretenía y con que sustentaba gran número de gente, está casi perdido y arruinado”(3)


Entre tanto, ocurría lo mismo que Navagiero contaba noventa años antes, á saber: que “los señores de Toledo, y en especial de las mujeres principales, son los curas, que tienen magníficas casas y triunfan dándose la mejor vida del mundo, sin que nadie les censure”... “y más rentas tiene el arzobispado y la iglesia de Toledo que todo el resto de la ciudad”(4)
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Y, á la vez, el pueblo, como el clásico hidalgo de nuestra novela picaresca, paseando las calles con cintillo en el sombrero, con capa y espada... y sin probar bocado. “Los toledanos —dice un escritor (5)
en época todavía de más decadencia— andan vestidos de golilla, aun los zapateros y otros oficiales, y sus mujeres andan con mantos de seda y creo que no hay ciudad en España, donde los concursos y procesiones sean con más lucimiento, sin mezcla de rústicos, capas pardas ni polaynas... usan aquellos de espada y daga muy lucidas y con las golillas y vestido de nobleza ó terciopelo, hay sastres que parecen títulos”. 



Manuel M. Cossío
El Greco

1908

 






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(1) Representación de la universidad de Toledo a Felipe III. 

(2) Restauración político de España. Primera Parte. Deseos públicos. Al Rey Don Felipe Tercero. Ocho discursos del Doctor Sancho de Moncada, catedrático de Sagrada Escritura en la Universidad de Toledo. En Madrid, por Luis Sánchez, año 1619. 

(3)Memorial de la ciudad de Toledo d Felipe III en 1617. Gamero, Historia de la ciudad de Toledo, pág. 1008. Pueden verse los Memoriales de Cellorigo, y de Serna; la Política espiritual, del P. Fray Juan de Santa María; los Remedios de la salud de la República, del Doctor Crislóbal Pérez de Herrera; los Cálculos políticos, de Damián de Olivares; el Memorial, de Francisco Martínez de Mata, de 1659; los Discursos, de 
D, Miguel Alvarez Osorio, de 1687, etc. etc. 

(4)“… i patróni di Toledo e delle donne precipue sonó i pretí, li quali hanno bonissime case e trionfano, dándole la meglior vita del mondo, senza che alcuno li reprenda», «...e piú intrata ha l'arciepiscopato e chiesa di Toledo che tutto il resto della citta.” Navagiero, 1. c. El texto es tan expresivo que viene con frecuencia repctido por los escritores sobre cosas de España, desde Ford, en su Handbook, hasta Justi, en sus artículos sobre el Greco.

(5) El jesuíta Peiro Murillo Velarde, Geografía histórica. Madrid, 1752, t. I, pág. 296 y 97. En su tiempo continuaba la riqueza de la catedral como en el de Navagiero. “Fuera, dice, de los Arzobispos Electores del Imperio, creo que en toda la Christiandad no hay Arzobispo ni Cabildo más rico y más poderoso. El Arzobispo tiene, según Núñez de Castro, trescientos mil ducados de renta: oy parece que tiene más. El Arcediano de Toledo oí decir, que tenia quarenta mil ducados y á esta proporción tienen las dignidades y canónigos, que el que menos tenrá dos mil ducados”(t. 1, p. 293).




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