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POESÍA NORTEAMERICANA (Ernesto Cardenal - José Coronel Urtecho)





En 1949 José Coronel Urtecho, mi maestro y maestro de varias generaciones en Nicaragua, publicó una magnífica antología de poesía norteamericana acompañada de un estudio (Panorama y Antología de la poesía norteamericana. Seminario de Problemas Hispanoamericanos. Madrid, 1949). Algún tiempo después me propuso que hiciéramos una nueva antología entre los dos, más grande y más completa. Trabajamos varios años en ella, y el resultado de esa colaboración fue una antología de quinientas páginas que fue publicada por la editorial Aguilar de Madrid en 1963, y que ahora, después de mucho tiempo en que estuvo fuera de circulación, estoy dando a publicar nuevamente en Venezuela, agregándole nuevos poemas que a través de los años habíamos seguido traduciendo nosotros dos. Aquí se incluyen las estupendas traducciones que Coronel había hecho en su primera antología, muchas otras que hizo después, muchas traducciones mías, y otras que hicimos entre los dos.
El primer criterio que hemos tenido para esta selección ha sido naturalmente el de la excelencia. Pero no ha sido éste el único, porque debíamos sujetarnos también a las limitaciones propias del oficio de traductor, escogiendo muchas veces los poemas que más se prestaban a ser traducidos y excluyendo a los que eran más difíciles o imposibles de traducir. Así hay poemas que hubiéramos querido incluir y no lo hicimos por dificultad o imposibilidad de traducirlos. Hemos tenido que excluir nada menos que los versos de quien fuera para muchos el príncipe de los poetas norteamericanos, Edgar Allan Poe, porque los considerábamos intraducibles y que no se podían leer sino en su propia lengua. Baudelaire, siendo Baudelaire y un alma gemela de Poe, tuvo que contentarse con una traducción en prosa al francés. Nosotros a lo que recurrimos fue a incluir dos extensos poemas en prosasuyos, dándoles el corte de versos que le diera en una antología Philip Van Doren Stern (sosteniendo él que eran dosverdaderos poemas en verso libre, escritos como prosa por las convenciones literarias de la época).
También hemos tenido otro criterio más en la selección de esta antología: y es que hemos querido mostrar en ella principalmente la más genuina y representativa corriente de la poesía norteamericana, los poemas más americanos por así decirlo, y aquellos que a nosotros los americanos de la otra América más nos pueden interesar. Es sobre todo por esto que trabajamos unos veinte años haciendo estas traducciones. Con ellas queríamos contribuir a esa común tarea de los americanos, “el descubrimiento común de un continente” como dijo el poeta Archibald MacLeish.
Coronel Urtecho que fue el que primero dio a conocer la poesía norteamericana en Nicaragua solía decirnos que la influencia que nuestros pueblos recibían de los Estados Unidos casi siempre era de lo más malo de ellos, y que nos debía influenciar también lo bueno, y una de las cosas más buenas era su poesía.
Me parece que tiene mucha razón el poeta y crítico norteamericano Selden Rodman cuando dice que la poesía norteamericana es la única poesía del mundo dedicada a cantar la democracia. Y podría haber dicho también que es una poesía preocupada casi toda ella por la justicia social, aunque tal vez las dos cosas puedan ser lo mismo. Una cosa es cierta: que ningún poeta bueno de los Estados Unidos ha sido reaccionario. Ni siquiera fue éste el caso de Ezra Pound, que para mí es un poeta auténticamente revolucionario a pesar de su adhesión al fascismo. Tal adhesión fue sencillamente un enfoque erróneo de su mente (y un desequilibrio mental) consistente en creer, como dice James Laughlin, que los ideales de Adams y Jefferson habían renacido no en Virginia sino en la Italia de Mussolini.
Si en esta América de nosotros, que Martí llamó Nuestra América, la mayoría hemos estado en contra de las políticas de Estados Unidos, de las que hemos sido víctimas, debe saberse que los poetas de Estados Unidos, podemos decir que sin excepción, han estado también en contra de ellas, y tanto como nosotros, o más.
Desde Henry David Thoreau, que se dejó encarcelar al no pagar impuestos en protesta por la invasión a México, hasta nuestros días, los poetas de Estados Unidos han sido también simpatizantes de las causas de nuestros pueblos. También se puede decir que los grandes poetas de ese país, Walt Whitman, Carl Sandburg, Robert Frost, Vachel Lindsay, etc., se han dedicado a cantar a su pueblo, y en algún tiempo gozaron de verdadera popularidad. Pero, paradójicamente, en la actualidad, la mayoría del pueblo al cual cantaron los ignora, y son conocidos sólo en los círculos literarios y las universidades.
Se ha dicho, y no sé si ello es históricamente cierto, que Walt Whitman por un tiempo tuvo un empleo en la Casa Blanca. Y todas las mañanas cuandoWhitman pasaba frente a la oficina del presidente se quitaba el sombrero y decía: Good morning, Mr. Lincoln. Y Lincoln se quitaba el sombrero y decía: Good Morning, Mr. Whitman. Lo que sabemos que es cierto es lo que el crítico Guy Davenmport ha dicho: que desde Lincoln y Whitman la poesía norteamericana y la Casa Blanca no volvieron a juntarse.
La gran poesía norteamericana ha sido la mayor influencia (después de la anterior influencia de poesía francesa) que ha habido en Nicaragua. Otro país que ha tenido también mucha influencia de la poesía yanky es Cuba. Una ironía histórica, podemos decir, dada la historia reciente de nuestros dos países.
Coronel Urtecho había descrito así esta poesía de Estados Unidos: “Un arte viviente que sigue de cerca la evolución profunda del país y expresa cada vez con mayor variedad el alma americana individual y colectiva”. Debiendo entenderse aquí lo americano como extensivo a toda América, a la realidad del Nuevo Continente distinta de la europea.
Esta es una poesía muy vinculada a la naturaleza, tanto la naturaleza salvaje como la domesticada; muy descriptiva de la vida rural y de la vida urbana, y también de la sociedad industrializada. Una poesía realista casi siempre, de la vida diaria y de lo cotidiano frecuentemente, muy narrativa también y anecdótica, y conversacional y coloquial, muy inteligible generalmente, en el lenguaje de todos, concreta y directa. Esta es la poesía americana que Pound decía que podía presentar orgullosamente a los europeos: “Poesía objetiva, sin desviación, directa, nada de una utilización excesiva de adjetivos, ninguna metáfora que no permita la profundización, ninguna indagación que no resista un examen. Es lenguaje directo, tan directo como el de los griegos”.
Traduciendo con Coronel Urtecho esta poesía fue que surgió entre nosotros el término “Exteriorismo”, con el que queríamos designar la tendencia predominante en ella, y que era la que más nos gustaba. Debíamos haberle llamado más bien “concreta”, pues no se contraponía propiamente a un tipo de poesía “interiorista”, sino a una poesía abstracta predominante en otras partes; y no lo hicimos porque en aquella época había en el Brasil una poesía que se llamaba “concreta”, aunque en verdad no lo era. La poesía de la realidad exterior, objetiva o concreta, había existido desde Homero, incluyendo la poesía bíblica, la china y japonesa, el Romancero y La Divina Comedia. Por cierto no toda poesía es así, especialmente en nuestro tiempo, y un nombre representativo de la tendencia opuesta sería Octavio Paz.
Existe en Nuestra América una poesía que no se puede saber en qué lugar del mundo ha sido escrita, y que yo he comparado a los hoteles Hilton, que son el mismo en Caracas, en el Cairo o en Atenas. Me pregunto si existe en nuestros días el poeta que pudiéramos llamar de las pampas, o el de los Andes, el cantor del Amazonas o del Orinoco, el que enMéxico hubiera hecho con las pirámides, los mercados o las fiestas populares lo que hicieron los muralistas mexicanos.
En cambio, como ya he señalado, lo característico de la poesía norteamericana más representativa, es el ser americana, de esa realidad nueva del Nuevo Mundo, y de algo distinto a lo europeo. Una originalidad suya ha sido la vinculación con la naturaleza y, a veces, la convivencia con lo salvaje. Tal vez ello se deba en parte a que la historia norteamericana siempre fue de frontera mientras la nación crecía. La frontera se fue alejando pero siempre hubo una población frente a ella, una población pionera.
Vachel Lindsay en su poema “Washington D.C.” recuerda los tigrillos que allí antes mantenían despierto el campamento, y el puercoespín y el osito tierno que agitaban la maleza, y el terror de las noches con hoguera. Y habla del orgullo pionero americano. 
Los dos grandes poetas de Estados Unidos son Whitman y Poe, y uno representa el Norte, y otro el Sur. También uno es el poeta de la realidad, y el otro del sueño. Pero naturalmente el padre de la poesía norteamericana en la vertiente que he descrito es Walt Whitman. Ya Emerson se quejaba diciendo: “No nos atrevemos a cantar nuestros propios tiempos y circunstancias sociales”, y echaba de menos en la poesía el lenguaje de los marineros y de las cantinas, aunque no se atrevió a usarlo en la suya propia, y fue Whitman quien lo hizo.
Whitman fue el cantor de América, y cantor de la Democracia como comunión de todos los hombres y de los hombres con la naturaleza y con el cosmos. Poeta de multitudes, recorría el país a pie, y su poesía incluía todo, enumerando toda clase de oficios y formas de vida: mecánicos, carpinteros, albañiles, cazadores, pescadores, tramperos, balleneros, pilotos del río, leñadores y sus cabañas solitarias en el bosque. Cantor de todo y de todos, en su poesía están los mares y los ríos, lagos y praderas, selvas y montañas, y la populosa Manhattan su ciudad, y también las locomotoras y los ómnibus, las manadas de búfalos, los esclavos y los indios, el arrullo de la madre con su niño, el joven esposo y la joven esposa, el canto de los camaradas abrazados. Amó la vida al aire libre, y su poesía fue vital y espontánea, sin que hubiera separación entre la poesía y la vida. Inventó el verso libre, y éste fue hecho en el idioma del pueblo y no el de los literatos. En fin fue la primera poesía inspirada por esa realidad nueva, el Nuevo Continente. Con mucha razón Neruda llamó a Whitman “padre de una poesía continental”.
Si Whitman fue el fundador de la poesía norteamericana, Emily Dickinson, su contemporánea, fue la fundadora. No se encontraron nunca, y ella rehusó leerlo. Su poesía se conoció hasta después de su muerte. La escribía en pequeños papelitos, y nunca pensó publicarla. Desdeñaba las formas literarias aceptadas. Su espíritu fue independiente como el deWhitman, y también escribió en el lenguaje hablado americano, distinto del de Oxford. Al revés de Whitman, no viajó, y no salió de su aldea Amherst, y ni siquiera de su casa, y muchas veces ni siquiera de su cuarto. Su contacto con la naturaleza y con el cosmos fue a través de su ventana y en su jardín: una tempestad súbita como un clarín; el zumbido embrujador de una abeja; un mirlo de corbata roja que llegará a pedir migas cuando ya no esté ella; un amor que fue desdichado: “uno solo entre una gran nación ha escogido ella”.
También una de las grandes voces del pueblo americano fue Edgar Lee Masters, pero laAmérica de Whitman él la concentró en una aldea del Medio-Oeste. No tiene el optimismo de Whitman. Su aldea Spoon River (de Spoon River Anthology) es una aldea de muertos, y como en una nuevaAntología Griega cada muerto se va presentando con una especie de epitafio. Las vidas aparecen como fueron en realidad, y no como parecieron serlo; y es ésta una poesía realista, tendiente a lo prosaico, pero en verdad poética, en verso libre y lenguaje sencillo y corriente. Lucinda Matlock que vivió noventa y seis años recuerda los bailes de Chandlerville yWinchester donde conoció a su marido con el que crió doce hijos, y cuenta cómo hilaba y tejía y manejaba la casa, y en el Spoon River recogía conchas, y mucha flor y hierba medicinal, y gritaba a las colinas llenas de bosques. Hare Drummer pregunta desde su tumba si van todavía los muchachos y muchachas donde Siever a beber sidra, a la salida de la escuela, o recoger avellanas a la finca de Aarón Hatfield cuando empiezan las heladas. Hannah Armstrong cuenta que le escribió a Lincoln unas cartas que no le contestó. Y fue ella misma a Washington, y pasó más de una hora buscando la Casa Blanca. Cuando la halló, la echaron de allí. Pensó: Ya no es el mismo que vivía en mi casa de huéspedes, y todos le decíamos Abe, allá en Menard. Pero volvió y dijo a un guardia que le dijera que era la vieja Tía Hannah, y al punto la hicieron entrar, y él se echó a reír con ella, y dejó sus asuntos de presidente, y se puso a hablar de los días de antes y a contar anécdotas.
Uno que recorrió todo el país como Whitman, y muchas veces a pie, fue Vachel Lindsay. Pero tenía una aldea ideal, Springfield, donde él nació y que también era cuna de Lincoln, y fue para él un símbolo de la Nueva Jerusalén. Lincoln fue una especie de Cristo para él, y quería que hubiera muchos hombres con el corazón de Lincoln. “Yo quisiera despertar el Lincoln que hay en todos ustedes”. Fue como un juglar de la Edad Media. Sus recitales ante multitudes tenían un aspecto de circo, con música, gritos y toda clase de ruidos. Más cerca del pueblo que Whitman fue aún más espontáneo que él y aún más desaliñado. Sin las pretensiones literarias de otros poetas, cuando tenía dificultad con un poema escribía a sus amigos para que se lo mejoraran. Se sentía a sí mismo como un mendigo. Y en realidad lo fue. Llegaba a las aldeas y las casas de las fincas para recitar sus poemas a cambio de alojamiento y comida, y les repartía su folleto titulado Rimas para vender por pan. Su pueblo lo comprendió como a ningún otro poeta. Escribió una Guía para mendigos, en la que decía que no había que tener nada que ver con el dinero ni llevar equipaje. Fueron sus días de gloria, y esto lo recuerda en su “Prólogo de las Rimas para vender por pan” : “Por eso ahora el cantor / se hace mendigo de nuevo”.
Robert Frost, poeta granjero, fue identificado con la Nueva Inglaterra rural, y particularmente con New Hamsphire donde tenía su finca. Su poesía es realista, pero de una realidad poética, la de la naturaleza que lo rodea. Su lenguaje es de una transparencia cristalina, y una sencillez campestre, y es lo local lo que lo hace americano y universal. Los temas de su poesía son: la preparación de la tierra para la siembra, la cortada de la leña, la reparación de un cerco, el detenerse junto al bosque una nevosa tarde creyendo saber de quién son esos bosques, los abedules dobladospor la helada aunque también pudo haber estado meciéndolos en sus juegos un niño tan del campo que no sabe béisbol. 
Carl Sandburg, el poeta de Chicago, fue también el poeta de los Estados Unidos industrializados. Era del Medio-Oeste, y de Illinois, como Lindsay y como Lincoln, y fue de los más americanos. Cantor de la democracia como Whitman, pero con más justicia social, y más ternura. El socialismo más que la democracia fue para él el ideal de los nuevos tiempos. Bardo del industrialismo, no cantó los rascacielos sino a los que hicieron los rascacielos. Fue el poeta del hombre de la calle, y de las fábricas, y las aldeas, y el pueblo trabajador en general. Él mismo había tenido muchos oficios: albañil, peón en los trigales, lavaplatos de un hotel, cargador de carbón, soldado, agente de seguros, portero de barbería, repartidor de leche. Su poesía está escrita en el idioma vivo de su gente y de su tiempo. Una poesía nacida del pueblo y devuelta al pueblo. Con temas como: el recuerdo de un viaje en tren a lo largo de New Hampshire, y un muchacho que le dice que su padre recibe cartas con sólo la dirección “Robert Frost, New Hampshire”; o simplemente que va caminando por la calle Clinton al sur de Polk y se detiene a oír con deleite las voces de los niños italianos disputando; o el recuerdo de un partido de béisbol entre los peloteros de Chillicothe y los peloteros de Rock Island en el crepúsculo, y la voz del juez enronquecida cantando bolas y strikes y outs; o una cajera pelirroja de restaurante que echa hacia atrás su pelo cuando se ríe; o Pollita Lorimer en su aldea allá lejos, a la que todos amaban, y un día empacó sus cosas y se fue, y nadie sabe adónde se marchó.
Robinson Jeffers en la costa de California fue como un Whitman al revés, un Whitman pesimista. Estaba contra la civilización industrial y mecanizada, y profetizaba su decadencia. Prefería la naturaleza salvaje, y se instaló a vivir en la costa del Pacífico en una torre de piedra que se construyó él mismo. Allí canta celebrando los gritos de los halcones cazando sobre el cabo, mientras ve que América en el molde de su vulgaridad “pesadamente espesándose en imperio” se apresura a decaer, y eso no se lo reprocha, y más bien lo alegra: “brilla, pereciente república”. Proclamó lo que él llamó el “inhumanismo”: el amor del hombre a la naturaleza, en vez del hombre al hombre mismo lo que para él era una especie de incesto. Quería una poesía fuerte y vigorosa como las rocas y los halcones. También una poesía que no le tuviera miedo a la prosa. Escribió algunos poemas narrativos como novelas en verso, y es cosa que han practicado otros en Estados Unidos.
Un caso singular en la poesía norteamericana fue el de Wallace Stevens. A diferencia de la vida de Vachel Lindsay o Sandburg, la suya fue la de un poeta que al mismo tiempo era vicepresidente de una importante compañía de seguros. “No existo desde las nueve a las seis, cuando estoy en la oficina”, escribió él. Aunque consideraba que ese trabajo de alguna manera le daba un carácter especial a su poesía. No se presentaba como poeta ante sus colegas de negocios. Pero tampoco se mezclaba con escritores ni llevaba vida literaria. Se ha inspirado también en la naturaleza, la realidad cotidiana y la vida urbana contemporánea, pero en un plano de fantasía, de abstracción y de sueño. Y es un poeta más bien para minorías.
T.S. Eliot ha sido el poeta más famoso de la poesía inglesa moderna. Nacido en San Luis, Missouri, se hizo inglés, declarándose clasicista, monárquico y anglocatólico, aunque no perdió el lenguaje llano y coloquial de su país de origen. Su poesía habla de “hoteluchos de una noche / y restaurantes de aserrín con conchas de ostras”; de la hora de tomar el té con tostadas; del atardecer en la calle y la repartición del Boston Evening Transcript; de la muerte de su tía soltera Helen; pero es también una poesía culta y compleja como ninguna. James Joyce dijo de él que había abolido la idea de una poesía para señoras. Su maestro fue Ezra Pound, que fue también el maestro de todos los demás poetas.
Ezra Pound es el más grande poeta norteamericano del siglo XX, y fue en poesía alguien como fue Picasso en la pintura: uno que ensayó toda clase de estilos y de formas. Eliot escribió: “He maldecido muchas veces a Mr. Pound, porque nunca estoy seguro de que puedo llamar míos a mis versos”. Y también ha dicho: “No creo que haya nadie en nuestra generación y en la siguiente cuyos versos (si son buenos) no hayan sido mejorados por el estudio de Pound”. Y James Joyce “Nada más cierto que le debemos muchísimo todos. Pero yo más que todos, seguramente”. Su estadía en Inglaterra hizo que la poesía inglesa fuera distinta de lo que era antes. Introdujo la poesía china en Occidente; divulgó a los trovadores provenzales y a los epigramistas latinos; tradujo del chino a Confucio y quiso incorporarlo a la cultura occidental comoAristóteles lo fue a la de la Edad Media, y que la cultura china ocupara el lugar que antes había tenido la griega. Fue además un experto en economía que atacó a los economistas con su doctrina del Crédito Social: el sueño de una economía libre de la usura de los bancos. Esta doctrina hizo que él se pusiera de parte de la Italia fascista durante la Guerra Mundial alegando que lo hacía en defensa de la Constitución de Estados Unidos. Las tropas norteamericanas lo capturaron en Italia y lo tuvieron mucho tiempo en una jaula. Después lo mantuvieron preso doce años en Washington en un manicomio. Finalmente fue liberado y se marchó inmediatamente a Italia, diciendo que Estados Unidos era un país de locos. Su obra magna son los Cantos, un inmenso poema principalmente contra la usura, que abarca buena parte de la historia del mundo, con multitud de voces y personajes y una variedad de idiomas, muy difícil de entender en su cabalidad, y que alguien ha llamado la Commedia de nuestro tiempo.
Uno de los movimientos literarios fundados por Pound fue el del Imaginismo (poesía basada en imágenes) y se adhirió a él, y aun se lo apropió, Amy Lowell, de un linaje aristocrático de Boston al que ella combatió. Era una mujer rica y excéntrica, con choferes de librea del mismo color del automóvil, gorda y enérgica, con vestidos chillantes, y que fumaba largos puros habanos. Pero escribió una poesía delicada, fresca y muy americana, como cuando canta a las lilas de Nueva Inglaterra que tocaban a la ventana cuando el predicador predicaba el sermón, y corrían en el camino junto al muchacho que iba a la escuela.
Marianne Moore fue una que aprendió mucho de Pound y también muchos aprendieron de ella. Su poesía es de la vida ordinaria y aun de lo trivial e insignificante. Imita la prosa pero con cortes bruscos que la hacen lírica y musical. Su especialidad eran los animales, y también fue una fanática de los Dodgers. Pasaba mucho tiempo en el zoológico, y también en el estadio, como se puede ver en su poesía. Dice que la poesía a ella también le disgusta, pero viéndolo bien tiene “jardines imaginarios con verdaderos sapos en ellos”, y manos que pueden agarrar (como las de un catcher). Con precisión mayor que la del naturalista sus versos nos presentan: monos que parpadean demasiado; el papagayo trivial y necio; el gato con la cola floja del ratón colgada de su boca como un cordón de zapato. Los animales eran para ella expresión de belleza como también los peloteros, y su asiduidad al estadio debe haber contribuido a darle el tono coloquial americano a su poesía, que según T.S. Eliot fue una gran contribución a la lengua inglesa.
Quien tal vez aprendió más de Pound, y también enseñó después más a los demás, fue el médico pediatra William Carlos Williams. A diferencia de Pound y Eliot no usó nunca un inglés literario. Como ninguna otra su poesía está basada en el lenguaje hablado de Estados Unidos. Con frecuencia sus poemas son trocitos de prosa que por la forma en que él la corta se vuelve poesía. Nunca se ha hecho poesía con un recurso más simple. Sus temas son casi nada. Sencillamente la vida diaria, el acontecimiento presente, que muchas veces escribía entre paciente y paciente en su papel de recetas. “Todo es material para la poesía. Todo”. Decía él. Y sus poemas pueden ser cualquier prosaico acontecer anotado con la rapidez de una receta médica: las ciruelas que la esposa guardaba en la refrigeradora para el desayuno pero que él se comió; las alas traseras del hospital donde nada crece pero brillan los pedazos de una botella verde; las niñas que salen de la escuela y van por la calle comiendo algodones de azúcar rosada; el gato metiéndose despacio en una macetera. El poema “Nantucket” (Pág. 247) es simplemente un cuartito de ese pequeño pueblo, posiblemente una pensión, pues en él hay una llave. “La carretilla roja” (Pág. 251) nos enseña a mostrar un objeto tal como es, sin ninguna idea. Él decía que hay que decir con las cosas y no con ideas. También que lo universal es lo local. Y decía que su inglés era el habla de las madres polacas. Posteriormente su casa fue un lugar de peregrinación de los poetas jóvenes.
Con forma muy rara de escribir, E. E. Cummings, fue influido por otro aspecto de Ezra Pound que él llevó al extremo. Romántico y aun convencional en el fondo, en la forma es subversivo y anárquico. Iconoclasta de la tipografía suprime puntuación y mayúsculas cuando quiere, junta o divide las palabras caprichosamente, puede presentar un soneto con tal desarreglo en la página que no se reconoce como soneto. Su escritura hizo que en Francia durante la guerra fuera internado en un campo de concentración porque pensaron que podía ser un espía que escribía en clave.
Langston Hughes ha sido el más famoso poeta negro de Estados Unidos. Antes sólo había habido algunos, pero después de él han sido muy numerosos. Tuvo una buena educación, y era culto, pero escribía como si no lo fuera. Escribió desde su negritud. Fue muy influenciado por Sandburg, Lee Masters, Lindsay y Amy Lowell. De joven trabajaba de botones en un hotel, al cual llegó a cenar Vachel Lindsay. Por timidez no se le acercó, pero puso unos poemas bajo su plato. Lindsay leyó en público algunos de ellos esa misma noche, y lo lanzó como poeta. Hughes se inspiró en el jazz, los blues y los espirituales de los negros, y fue famoso no sólo por sus poemas sino también por la manera de recitarlos.
Archibald MacLeish, poeta muy izquierdista, aprendió de Eliot y Pound, pero después consideró que eran inadecuados para un país pronto a entrar en guerra. Durante la guerra se ocupó en comparecencias públicas contra el fascismo y también hizo teatro en verso para la radio. Quien había dicho antes que un poema no debía significar, escribió después poemas cargados de significado social y político. Publicó Frescoes for Mr. Rockefeller´s City, y como murales de Diego Rivera satirizó a los “Constructores de Imperio” Rockefeller, Vanderbilt, Morgan, Mellon, que exprimieron a América “hasta dejarla seca y escuálida”; que volvieron a comprarla “con sus hipotecas a precio de puta vieja”; y como contraste transcribe a lo Pound una carta a Jefferson del explorador Lewis que atravesó el continente hasta el Pacífico: “y nosotros aquí sobre la playa contemplando el otro mar”. MacLeish canta con pasión a América y a esa cosa extraña ser americano: “América es el Oeste y el viento que sopla. / América es una palabra grande y la nieve”.
San Francisco había estado carente de toda actividad literaria hasta que se dio la eclosión que se ha llamado el “Renacimiento de San Francisco”, movimiento del que fue padre y mentor Kenneth Rexroth agrupando a muchos otros poetas más jóvenes, anarquistas como él. Rexroth procede del Imaginismo de Pound y del Objetivismo de Williams, pero es a su vez un maestro cuando describe la naturaleza salvaje americana (lagos, bosques, montañas) cada vez más restringida, o escenas de su vida de hogar, o en calles o carreteras de Italia o Francia detallando minuciosamente albergues y comidas en restaurantes. Fue quien más ha divulgado la poesía china y japonesa después de Pound. Y fue también quien hizo a la Beat Generation nacionalmente famosa.
Beat es una palabra del jazz y del bajo mundo, y esta generación así llamada deriva su lenguaje también de Pound y Williams, pero es más desarreglada, informal e improvisada, y por tanto más desigual. Se les ha llamado también con el diminutivo despectivo beatnik. No sólo fueron un movimiento literario sino todo un estilo de vida y una contracultura, escandalizando con su inconformismo: sus barbas, su desaliño, sus drogas, su sexualidad libre (y homosexualidad), su rechazo al capitalismo, militarismo, consumismo, racismo, destrucción ecológica: en fin a todo el sistema establecido. Hubo también en ellos una dimensión espiritual, aun un misticismo en algunos, y sobre todo una Nueva Visión: la de una sociedad alternativa. El movimiento Beat se extendió después a otras partes de Estados Unidos, aparecieron otros movimientos literarios afines, se publicaron cienes de revistas literarias, y había recitales en cafés en muchos sitios. La Generación Beat no sólo tuvo esta gran influencia nacional, sino que aun rebasó los Estados Unidos cuando de ella se generó una nueva generación que fue la de los hippies, que se regó por el mundo entero.
Allen Ginsberg es quien más se destacó entre los poetas beat. Fue muy cercano aWilliam CarlosWilliams, y aprendió de Pound, pero su voluminosa poesía tiene sobre todo un aliento whithmaneano, aunque fue más osado que Whithman, más espontáneo e improvisado, y también inferior. La poesía con un lenguaje de marineros y cantinas que había pedido Emerson se cumplió con más cabalidad en Ginsberg. No hubo tema por escabroso que fuera que no se atreviera a tratar. Escribió lo que hasta entonces nadie había escrito en poesía. Decía que no había que hacer distinción entre lo que uno dice a sus amigos y la poesía. Radical en política (y en todo lo demás) atacó al Pentágono, la CIA, la Casa Blanca, al capitalismo, sin dejar de atacar también a los países socialistas. Fue muy popular y muchas veces su poesía la cantaba con multitud de estudiantes.
El de más edad de la generación beat es Lawrence Ferlinghetti, y para algunos es el más beat de todos. Comenzó siendo el editor de ellos y después se volvió poeta él mismo. Dirige una colección poética y tiene una gran librería en San Francisco que es sólo de libros de poesía. La suya es también una poesía libre y espontánea y satiriza la vida norteamericana contemporánea. Está en contra de quienes quieren mantener separada poesía y política, y tiene poemas cuyo sólo título ya revela el contenido: “Descripción tentativa de una cena para promover la impugnación del Presidente Eisenhower”; “Mil palabras alarmantes para Fidel Castro” (tras su visita a Cuba); “¿Quién robó América?”.
Otros de la Generación Beat son: Gregory Corso, que desde la edad de un año estuvo en orfanato, después en correccional juvenil, después en cárceles y manicomio, hasta que a los veinte años se encontró con Ginsberg y empezó a ser poeta. Philip Whalen que mientras estaba enrolado en la Fuerza Aérea durante la guerra había sido imaginista, pero según él el peyote lo liberó de esto y de T.S. Eliot. Fue ordenado sacerdote Zen. Philip Lamantia católico combinó la droga con la teología mística. Un sacerdote piel-roja mediante la comunión con el peyote lo reconvirtió al catolicismo que había sido su religión anteriormente. Un fraile dominico fue también un poeta beat, William Everson, conocido también como el Hno. Antonio O.P. Escribió poesía religiosa, y también influenciado por Robinson Jeffers cantó la naturaleza salvaje. Gary Snyder es cantor de la tierra, los animales, la soledad, y la naturaleza salvaje. Rechaza la vida actual norteamericana no sólo en su poesía sino en su vida. Ha trabajado y vivido en los bosques de California, y también ha sido monje zen en el Japón. Ha identificado ecología y budismo; y ha querido ser un nativo de América y no un invasor.
Frank O’Hara, poeta de Nueva York, en su poesía era afín a los beat pero no lo podía ser en su vida porque era curador del Museo de Arte Moderno. Enemigo de la abstracción en la poesía (no en la pintura de la que era curador) y también de las intimidades (para las que él decía que le bastaba el teléfono) la poesía que él quería era la espontánea del momento presente. En su poema “El día que murió Lady” (Pág. 587) enumera minuciosamente todo lo que hizo en Nueva York ese viernes de julio de 1959 cuando supo por el periódico de la muerte de la gran cantante de jazz Lady Day.
John Ashbery suele ser un poeta muy hermético y aun impenetrable. Una excepción en él es el poema “El Manual Técnico” (Pág. 594) en el que cuenta que aburrido del manual técnico que está escribiendo se pone a soñar en un viaje imaginario a Guadalajara, y la describe con una precisión de detalles extraordinaria, aunque era una ciudad en la que no había estado nunca. Una muestra de cómo hacer poesía con textos ajenos, por ejemplo las guías de  turismo.
Paul Blackburn, que no distingue entre poesía y prosa pero siempre con el ritmo del lenguaje hablado, nos da otro ejemplo: cómo se puede hacer un poema con una simple hablada por teléfono, en este caso una breve hablada con William Carlos Williams, muy cortada a lo Williams pero por su enfermedad, unos meses antes de su muerte(Pág. 591).
ParaWhitman, el fundador de la poesía norteamericana y quien la liberó del viejo continente, la poesía no debía estar separada de la vida, y a lo largo de esta antología encontramos la vida norteamericana en sus más variadas manifestaciones. Como cuando Rolfe Humphries nos hace ver la belleza del béisbol relatando un partido (Pág.394). O cuando Robert Penn Warren nos da una extensa transcripción del descubrimiento del Oeste que hizo el explorador Lewis (Pág. 431). O cuando Josephine Miles nos hace presentes en una convención política (Pág.473). O Elizabeth Bishop nos describe una gasolinera sucia (Pág.479). O Muriel Rukeyser retrata un puesto de hotdogs (Pág.492). O Karl Shapiro hace una valiente protesta presentando a Ezra Pound preso (Pág.501). O Denise Levertov nos cuenta una protesta política en una capilla de colegio (Pág.566). O Howard Nemerov describe sencillamente un aeropuerto (Pág.557).
Algo especial de esta antología es que no hemos excluido de ella a los primeros descubridores y civilizadores del país: los indios norteamericanos. Creímos que no podían faltar, y en esto hemos seguido a Oscar Williams que creo es el único que en una antología de poesía norteamericana ha incluido la indígena. Aunque muy estudiada por antropólogos, ésta no ha sido considerada como poesía por los poetas norteamericanos ni ha influido en ninguno de ellos. A pesar de su calidad extraordinaria, a veces tan buena como la china y la japonesa, que en cambio sí han tenido gran divulgación e influencia en Estados Unidos. Ni siquiera Whitman que amaba a los indios la tomó en cuenta, pero es que no la debe haber conocido. Ni William Carlos Williams, que se declara espiritualmente piel-roja cuando dice: “Si las almas tienen color éste es el color de la mía”.
Otras particularidades de esta antología son el incluir como poemas unos que en realidad no se consideraban poemas, escritos por el famoso periodista satírico y acerbo crítico de la vida norteamericana H.L. Mencken (Pág. 203) porque consideramos que son verdadera poesía moderna, calificable también como antipoesía. También al incluir un texto no literario, que son las últimas palabras de Bartolomeo Vanzetti ante la corte que lo condenó a muerte junto con su compañero Nicola Sacco; y que Seldem Rodman incluyó como auténtico poema, dándole corte de versos, en su A New Anthology of Modern Poetry (Pág. 357).
Y el haber incluido también, como poema parte de la narración de la película The River, (el Mississippi) escrita y filmada por Pare Lorentz, porque él mismo la presenta como poema dándole corte de versos (Pág. 441).
A esta nueva edición se le han agregado nuevos poemas que no estaban en la primera, por ser traducciones que Coronel y yo estuvimos haciendo en los años siguientes.
Sólo me queda añadir que creo que esta nueva edición venezolana de nuestras traducciones podrá enriquecer más la poesía latinoamericana. Y también que podrá contribuir a estrechar más la unión de los pueblos de las dos Américas.
Y una cosa más: mi maestro en un monasterio de Estados Unidos, el místico Thomas Merton, fue también poeta y como tal está en esta antología, pero su principal influencia en Estados Unidos fue espiritual; y ésa lo fue también en América Latina como un precursor de la Teología de la Liberación. Adverso al sistema de Estados Unidos, tenía predilección por América Latina, y aun pensaba que la poesía latinoamericana era mejor que la de su país (al revés mío que pensaba lo contrario). Por esa época en que viví en el monasterio Merton estuvo haciendo una profecía: que un día se unirían las dos Américas, pero no con una unión basada en la dominación de la una sobre la otra, sino una unión fraterna. Hace poco en uno de los programas “Aló, Presidente”, le oí decir, como de pasada, al presidente Chávez que los pueblos de América Latina y Estados Unidos eran una sola patria; y como posteriormente pidiera mi intervención, le contesté que acababa de decir algo “inaudito” en el sentido de nunca oído, y que tan sólo se lo había oído a mi maestro de novicios en los Estados Unidos. Y el presidente Chávez lo reafirmó de nuevo diciendo que estaba convencido que América Latina y Estados Unidos se unirían un día en una sola patria, en una unidad fraterna hecha por el amor. Las mismas palabras que había dicho Merton sin que él lo supiera. Y ya toda otra palabra sobra en este prólogo.


Ernesto Cardenal
Antología de la poesía norteamericana
en Scribd,


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